En 2025 se cumple el ciclo de los contratos de alquiler firmados durante la pandemia. Solo en este año se revisarán o renovarán más de 300.000 contratos, una cifra excepcional que algunos medios ya han bautizado como La Gran Renovación. Mientras las inmobiliarias aprovechan esta oportunidad de oro para echarnos, miles de inquilinas enfrentamos esta amenaza directa de expulsión de sus hogares.

Tras la breve bajada de precios vivida durante la pandemia, la especulación inmobiliaria volvió con fuerza. Hoy, la burbuja del alquiler ha alcanzado niveles históricos: se han visto subidas de hasta 750 euros de un año a otro, la conversión de edificios enteros en colivings o pisos turísticos y la multiplicación de fraudes mediante alquileres de temporada o habitaciones.

Estas expulsiones por no poder pagar una subida abusiva del precio o por la no renovación del contrato, condena a las inquilinas a la inestabilidad y a sufrir desahucios invisibles, esos que no se ven porque simplemente la persona abandona la vivienda al recibir un burofax de su casero. La duración de 5 o 7 años de los contratos, sumado al fraude de los contratos temporales, no permite a las inquilinas construir sus proyectos vitales. Por eso, desde los Sindicatos de Inquilinas reivindicamos la necesidad de contratos de alquiler indefinidos que nos protejan de las expulsiones.

Frente a esta ofensiva, el Sindicato de Inquilinas impulsa a nivel estatal la campaña #NosQuedamos, una estrategia de resistencia colectiva que ya está en marcha en distintos barrios. La propuesta es clara; no te vayas sola si el casero no te renueva, sigue pagando lo mismo mientras negocias, organízate con tus vecinas en el Sindicato para presionar y acabar con las expulsiones. Ya hemos visto como bloques enteros como Tribulete, 7 o Casa Orsola han resistido a las amenazas de expulsión a través de esta estrategia, con victorias tan importantes como la de este último caso. 

Con la Gran Renovación como telón de fondo, el Sindicato llama a todas las personas afectadas o en riesgo a contactar, difundir y sumarse a la campaña que estará presente en cada bloque, cada calle y cada barrio. La única manera de frenar esta gran expulsión silenciosa es organizándonos para acabar con su negocio.