¿QUÉ ES UNA HUELGA DE ALQUILERES?
Una huelga de alquileres es una forma de desobediencia civil organizada donde inquilinas retienen parcial o totalmente el pago del alquiler como herramienta de presión para resolver conflictos con arrendadores o denunciar la injusticia estructural del modelo de vivienda. No es una acción individual ni espontánea: es una estrategia sindical colectiva, que se planifica, ejecuta y defiende desde las asambleas y sindicatos de inquilinas.
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MANUAL HUELGA DE ALQUILERES
Tipologías de huelga
El manual distingue cuatro formas principales, dependiendo del conflicto y del arrendador:
- Huelga total. No te pagamos hasta que lleguemos a un acuerdo
- Se suspende por completo el pago del alquiler como forma de presión directa.
- Usada cuando hay una demanda colectiva clara: mejoras, regularización o negociación.
- Huelga por conceptos abusivos. No te pagamos esa parte porque no nos toca
- Se deja de pagar conceptos que el arrendador intenta imponer indebidamente: seguros, IBI, gastos comunitarios, etc.
- Huelga por desperfectos. No te pagamos porque tú no estás cumpliendo
- Se retiene el alquiler cuando el arrendador no cumple con su obligación de mantener la vivienda en condiciones habitables.
- Huelga general de alquileres. No pagamos, como una forma extendida de protesta
- Desobediencia masiva y territorial (por barrio, ciudad o país) para presionar a gobiernos y propietarios ante crisis generalizadas de acceso a la vivienda.
Cada tipo requiere estructuras, argumentos legales y estrategias distintas. En muchos casos, se combinan elementos de varias.
Requisitos previos
Antes de iniciar una huelga, deben cumplirse ciertas condiciones organizativas:
- Haber realizado antes asambleas activas (por bloque o territorio) y contar con este espacio para el proceso de huelga.
- Haber escaladado previamente el conflicto y agotar canales legales, de negociación o protesta.
- Disponer de una estrategia jurídica y planificación legal para minimizar riesgos.
- Contar con estructuras internas (comités de huelga, contabilidad, apoyo legal y extensión).
- Constituir una caja de resistencia para cubrir gastos.
- Organizar un movimiento de solidaridad que visibilice, apoye y difunda la lucha.
- Elaborar un plan de lucha específico con cronograma, acciones y objetivos claros.
- Realizar un análisis económico del rentista, para detectar puntos de presión.
Etapas de la huelga
Diseñar una propuesta concreta: ¿qué exigimos? ¿por qué ahora? ¿qué experiencias previas tenemos? ¿cómo defendemos esta huelga públicamente?
Identificar cuántas inquilinas pueden sumarse. Se investiga la propiedad de los pisos y se elaboran listados completos.
Se visita a las vecinas, se conversa, se escucha y se propone sumarse. Se recolecta información para mapear el bloque.
Se presenta la propuesta, se resuelven dudas y se vota democráticamente. Solo votan las personas afectadas. La convocatoria puede ser condicional (ej. «si nos sumamos 10 hogares, comenzamos»).
Formulario con datos clave: renta pagada, número de personas en el hogar, situación legal, etc.
Todas las huelguistas se afilian al sindicato. La cuota sindical es el único gasto directo. Todo lo demás lo cubre la caja de resistencia.
Se convoca una sesión formativa para explicar todo: qué implica la huelga, cómo actuar ante amenazas, cómo organizarse.
Una acción previa (como devolver recibos del alquiler) muestra que hay fuerza colectiva real. También es una advertencia al arrendador.
Se comunica al propietario que se suspende el pago. Se activa el depósito común, la difusión y las acciones públicas.
Se busca crecer mes a mes: sumar vecinos, extender la huelga, presionar con protestas, charlas, carteles, redes sociales.
La huelga termina con una votación. Puede acabar con un acuerdo, una victoria parcial o una retirada estratégica. Lo decide la asamblea.
Casos reales
Huelga estatal durante la pandemia (2020)
Cuando miles de personas perdieron ingresos por el confinamiento, sindicatos de inquilinas lanzaron una campaña de huelga para exigir suspensión del alquiler, condonaciones y moratorias. Más de 50.000 personas se sumaron. Aunque las medidas oficiales fueron limitadas, se demostró que el apoyo mutuo podía frenar los desahucios.
Huelga contra Nestar-Azora (Madrid, 2024–2025)
Ante subidas ilegales en más de 10 bloques, más de 900 familias se negaron a pagar el nuevo precio. Exigen la retirada de cláusulas abusivas. Esta huelga muestra cómo la organización puede frenar al fondo buitre más agresivo del país.
Inmo Criteria–CaixaBank (Catalunya, 2025)
Decenas de familias en viviendas públicas privatizadas iniciaron una huelga total para exigir que sus pisos vuelvan al parque público. Luchan por defender más de 2.000 viviendas públicas ante la especulación.
Los mariachis de Boyle Heights (Los Ángeles, 2018)
Ante un aumento del 80% del alquiler, músicos de la Plaza de los Mariachis se organizaron y lograron negociar una subida del 14% y contratos colectivos. Un ejemplo de resistencia cultural y vecinal frente a la gentrificación.
Parkdale (Toronto, 2017)
MetCap quiso subir un 9% el alquiler en 1.200 viviendas. Las vecinas se organizaron, lanzaron huelga y en dos meses ganaron: rebajas de renta y plan de mantenimiento. La clave fue la preparación previa y el apoyo comunitario.
Dimensión emocional
La huelga es un proceso intenso. Puede haber miedo, cansancio, dudas o conflicto familiar. El manual propone:
- Aceptar las emociones como parte del proceso.
- Acompañamiento emocional: llamadas, escucha activa, contención.
- Momentos colectivos positivos: comidas, actividades, afecto comunitario.
- Prevención de conflictos (racismo, machismo, violencias) dentro de los bloques.
Solidaridad
Toda huelga necesita una red de apoyo: personas que difundan, donen, impriman carteles, participen en protestas, escriban en medios o simplemente hagan visible la lucha.
La caja de resistencia está activa gracias a los sindicatos. Se usa para:
- Defensa legal.
- Materiales de difusión.
- Logística de las huelgas actuales y futuras.
Conclusión: hacia la huelga general
El contexto actual —crisis de vivienda, alza de precios, organización creciente— es el momento de apostar por una huelga general de alquileres. No sólo para resolver conflictos puntuales, sino para cambiar las reglas del juego: recuperar el derecho a la vivienda, frenar el poder de los fondos buitre y construir una alternativa colectiva desde abajo.
Una huelga, diez huelgas, cien huelgas… ¡Bajemos los alquileres nosotras mismas!