Los alquileres asfixian a millones de personas mientras rentistas, bancos y fondos buitre se enriquecen con nuestro esfuerzo. Los gobiernos, lejos de frenar esta injusticia, protegen el negocio de la vivienda y no garantizan el acceso a un hogar digno. Nuestra única salida es organizarnos y luchar.

El problema de la vivienda no se resolverá con reformas superficiales. Necesitamos una bajada radical de los alquileres y acabar con el modelo que hace de la vivienda una mercancía. La especulación inmobiliaria y el modelo turístico extractivista expulsan a las trabajadoras de sus barrios, destruyen comunidades y encarecen el acceso a la vivienda. Migrantes, mujeres e identidades de género diversas, juventud y personas mayores, sufren aún con más intensidad la violencia inmobiliaria. La situación es inaguantable. Frente a esto, la respuesta es organización y movilización para lograr: